Las Convenciones de Ginebra constituyen el fundamento del derecho internacional humanitario y establecen las reglas esenciales para la protección de las víctimas en los conflictos armados. Estos acuerdos, diseñados para aliviar el sufrimiento y proteger la dignidad humana en tiempos de guerra, representan un avance visionario en la historia de la humanidad.
75º aniversario de las Convenciones de Ginebra: prioridad colectiva y vigencia continuada
A lo largo de los decenios, las Convenciones de Ginebra constituyeron un escudo vital frente a las atrocidades de la guerra, salvando millones de vidas humanas. Más de 160 años después del primer convenio, siguen siendo un faro de esperanza y de protección en un mundo sacudido por conflictos constantes.
El origen de las Convenciones de Ginebra: una respuesta humanitaria visionaria
Todo empezó en 1859 con el empresario suizo Henri Dunant. En un viaje al norte de Italia, Dunant fue testigo de las atrocidades cometidas en la batalla de Solferino. Profundamente conmovido por el sufrimiento de los heridos desproveídos de toda atención médica, escribió “Un recuerdo de Solferino”. En este libro hizo dos propuestas revolucionarias: propuso establecer sociedades de socorro para cuidar a los heridos de guerra en cada país y cerrar un tratado internacional para proteger a los heridos y al personal médico.
Finalmente, estas propuestas visionarias desembocaron en la fundación del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en 1863. Y el año siguiente, Suiza organizó una conferencia diplomática que dio lugar a la primera Convención de Ginebra destinada a mejorar la suerte de los heridos en los campos de batalla, que sentó las bases del Derecho Internacional Humanitario (DIH) moderno.
Consolidación del DIH: nuevas conferencias y revisión de las Convenciones de Ginebra en 1949
En los años siguientes, Suiza y el CICR convocaron una serie de conferencias diplomáticas en Ginebra que desembocaron en la aprobación de varios convenios internacionales que aspiraban a mejorar progresivamente la protección de las víctimas de los conflictos armados, en particular, la adaptación de los principios de la primera Convención de Ginebra (1899) a la guerra marítima y la aprobación de un nuevo convenio sobre el trato a los prisioneros de guerra (1929).
«No es el CICR quien convoca las conferencias diplomáticas. Es más ortodoxo que lo haga una autoridad pública. Desde el principio, esa autoridad ha sido el Gobierno suizo, fiel a su tradición y al apoyo que siempre dio a la Cruz Roja, que encarna tan bien el ideal helvético de la neutralidad y la paz.»
Jean S. Pictet, vicepresidente del CICR (1971-1979)
Sin embargo, los horrores de la Segunda Guerra Mundial evidenciaron la necesidad urgente de reforzar la protección de la población civil. En respuesta a esta toma de conciencia, Suiza organizó una conferencia diplomática en Ginebra en 1949 bajo la dirección del consejero federal Max Petitpierre. Los Estados solo necesitaron cuatro meses para aprobar la revisión de los convenios existentes y añadir un cuarto acuerdo para proteger a los civiles. Las cuatro Convenciones de Ginebra acordadas en esta conferencia fueron aprobadas en 1949 y siguen en vigor hoy en día:
- La Primera Convención de Ginebra protege a los soldados heridos o enfermos de los ejércitos de tierra en tiempos de guerra.
- La Segunda Convención de Ginebra protege a los militares heridos, enfermos o náufragos de las fuerzas navales en tiempos de guerra.
- La Tercera Convención de Ginebra se aplica a los prisioneros de guerra.
- La Cuarta Convención de Ginebra protege a la población civil en tiempos de guerra, especialmente en los territorios ocupados.
«Nuestro anhelo más vivo es que nunca llegue el momento en que tengamos que aplicarlas.»
– Max Petitpierre, antiguo presidente de la Confederación Suiza y presidente de la conferencia diplomática, Actas de la Conferencia Diplomática de Ginebra de 1949
Las Convenciones de Ginebra: normas al servicio de la humanidad
Las cuatro Convenciones de Ginebra y sus Protocolos adicionales constituyen la piedra angular del DIH, estableciendo límites sustanciales a la guerra. Protegen a las personas que no participan en las hostilidades (civiles, personal sanitario, miembros de organizaciones humanitarias) y a los militares que ya no participan en los combates (heridos, enfermos, náufragos, prisioneros de guerra). El DIH se base en el principio según el cual el único objetivo legítimo de la guerra consiste en debilitar a las fuerzas armadas del enemigo. Establece un equilibrio entre las necesidades militares y la humanidad, condenando los sufrimientos, las heridas o las destrucciones no necesarias para conseguir un objetivo militar legítimo.
Las Convenciones de Ginebra fueron ratificadas universalmente. Esto significa que todos los Estados del mundo han expresado su voluntad de respetarlas: se han vinculado a ellas porque todas las naciones están unidas en una humanidad común. Las Convenciones de Ginebra se aplican a todas las partes en conflicto, independientemente de quién ha comenzado las hostilidades. El DIH no determina si un conflicto armado es legítimo o no, pero trata de regular la conducta de las partes una vez que el conflicto haya comenzado. La obligación de respetar y hacer respetar el DIH perdura incluso sin reciprocidad, es decir, se debe respetar incluso si el adversario no lo hace, puesto que el respeto redunda en el interés de todos, incluso en el interés propio de aquél que lo respeta. Y esto se extiende a todo tipo de conflicto armado, tanto en los enfrentamientos entre Estados como si intervienen grupos armados, de conformidad con el artículo 3 común a los cuatro Convenios de Ginebra.
Las Convenciones de Ginebra adoptadas en 1949 han sido un avance crucial en el desarrollo del DIH. Desde entonces, han salvado millones de vidas amenazadas por conflictos en todo el mundo. Al conferir protección a la población civil en tiempos de guerra, reagrupando a las familias dispersadas y garantizando un trato humano a los prisioneros de guerra, alivian el sufrimiento y facilitan el retorno a una paz duradera, a la estabilidad y a la prosperidad.
Una urgencia constante: el papel crucial de las Convenciones de Ginebra en la actualidad
Sin embargo, a pesar de estas normas ratificadas universalmente, siguen siendo numerosas las violaciones del DIH. Las ejecuciones de civiles, los bombardeos de hospitales, la tortura y el recurso a la hambruna como método estratégico en la guerra deparan consecuencias humanitarias inaceptables. Las numerosas violaciones del derecho internacional humanitario no son un síntoma de la ineficacia de estas normas legales, sino que nos obligan a procurar con mayor determinación que se cumplan. De hecho, el mayor desafío del DIH es su aplicación. Por lo tanto, la promoción y la difusión del DIH son esenciales. Los Estados deben impulsar el respeto de sus normas mucho antes de que estalle un conflicto y deben establecer una cultura en la que estas reglas se cumplan rigurosamente desde el principio de las hostilidades. El respeto del DIH se basa en las acciones y la responsabilidad de cada Estado.
Como Alta Parte Contratante, Suiza se compromete a respetar, promover y aplicar el DIH, haciendo de esta misión una prioridad constante de su política exterior.
«Todos los Estados —y, por consiguiente, toda la humanidad— desempeñan un papel en este ámbito. El respeto del derecho internacional humanitario permite no solo defender a la humanidad del enemigo, sino también conservar nuestra propia humanidad, tanto en el presente como en el futuro. En este conflicto, al igual que en todos los demás, la comunidad internacional debe hacer del respeto del DIH y de su aplicación una prioridad política.»
Mirjana Spoljaric, presidenta del CICR, en un comunicado de prensa del 9 de marzo de 2024
75º aniversario de las Convenciones de Ginebra: un imperativo humanitario necesario, más que nunca
75 años después de su aprobación, las Convenciones de Ginebra siguen siendo más vigentes que nunca a la hora de proteger a las personas de los efectos destructivos de los conflictos armados. En una época jalonada por conflictos que generan grandes sufrimientos y numerosas violaciones, el respeto del DIH debe ser una prioridad política de primer orden. El 75º aniversario de las Convenciones de Ginebra ofrece a todos los Estados la oportunidad única de refrendar su compromiso con estos principios fundamentales. La cooperación entre los Estados que permitió la adopción de los convenios de 1949 debe servir de modelo. Los Estados no solo deben respetar estas reglas, sino vigilar también su aplicación estricta y universal. El respeto del DIH es más que una mera formalidad jurídica: simboliza el compromiso de los Estados para con la humanidad común y el reconocimiento de que incluso en los momentos más críticos hay que poner límites a la guerra.
«Este año 2024 marca el 160º aniversario del primer convenio de Ginebra y el 75º aniversario de las Convenciones de Ginebra actuales.
Si la historia nos recuerda lo que somos capaces de hacer por la paz en el mundo, también nos demuestra, a través de los acontecimientos más recientes, que ningún logro pasado es definitivo, ni la paz ni los derechos fundamentales.
Es urgente actuar, y hacerlo juntos. ¡Es nuestro deber como humanidad!»
Ignazio Cassis, consejero federal, jefe del Departamento Federal de Asuntos Exteriores suizo, discurso inaugural de la 55ª sesión del Consejo de los Derechos Humanos de Naciones Unidas en Ginebra