La Convención Alpina

Suiza comparte la región alpina con siete países. Para encontrar soluciones eficaces a los problemas de las zonas montañosas, esos Estados alpinos deben colaborar, puesto que las medidas emprendidas por un país unilateralmente también tendrán repercusiones en los países colindantes. 

Por todas estas razones, Austria, Francia, Alemania, Italia, Liechtenstein, Mónaco, Eslovenia y Suiza han firmado con la Unión Europea (UE) la Convención Alpina para coordinar conjuntamente la política alpina y fomentar el desarrollo sostenible en los Alpes. 

Protección del ecosistema alpino

Los objetivos de la Convención Alpina suponen un verdadero desafío, ya que es difícil llegar a compromisos contundentes para los divergentes intereses económicos y ecológicos de cada país. 

El mayor problema para la Suiza federal no fueron las objeciones de sus socios alpinos, sino las partes negociadoras en el propio país. Al principio, los cantones alpinos rechazaron la Convención y los bosquejos del protocolo porque temían una restricción del libre comercio en los Alpes que iba a poner en peligro sus bases de subsistencia (los cantones disfrutan en Suiza de una amplia autonomía). 

El Gobierno federal empezó a colaborar con los cantones para evitar un referéndum contra la Convención. Con el tiempo se integraron las peticiones cantonales en los distintos protocolos (utilización de la tierra, protección de la naturaleza, los bosques alpinos, el turismo, protección del suelo, energía, transporte y solución de conflictos). 

Gracias a la colaboración de los cantones, la Convención Alpina es un acuerdo que toma en consideración adecuada tanto la protección como el aprovechamiento de las zonas alpinas. 

Un modelo ejemplar

El acuerdo marco fue ratificado a finales de 1998 por los Estados signatarios, entre otros por Suiza, donde entró en vigor a finales de abril de 1999. Los protocolos adicionales, sin embargo, aún no han sido firmados por Suiza, Italia y, en parte, tampoco por la UE.

La Convención Alpina, cuyas sedes se encuentran en Innsbruck (sede principal) y Bozen (sucursal), es un modelo ejemplar para otras naciones que comparten zonas montañosas. Muchas regiones montañosas y grupos de interesados ya señalaron su voluntad de adaptar el modelo de la Convención Alpina.

Informaciones complementarias