La ecuación Suiza = relojes parece evidente hoy en día. La industria relojera suiza es desde hace siglos un sector ejemplar de la industria y comercio suizos. Sin embargo, cuando nació la cronometría mecánica en el siglo XIV no hubo nada que predestinaba a la Confederación a convertirse en líder de este sector. Al contrario, países como Italia, Alemania, Francia, Reino Unido y los Países Bajos fueron las naciones pioneros de la relojería. En esos países había una gran demanda por relojes, por un lado porque eran bienes de lujo requeridos por la aristocracia, y por otro, porque eran importantes como instrumentos de precisión en la navegación.
Ginebra, ciudad pionera
Con la inmigración de los refugiados hugonotes en la segunda mitad del siglo XVI se estableció en Ginebra la fabricación de relojes portables. A partir de entonces empezó a expandir la relojería en Suiza. En aquellos años, la ciudad de Calvino experimentó un auge económico. Uno de los sectores tradicionales de la economía local era la orfebrería. Durante el régimen teocrático del reformador Calvino —que rechazaba cualquier exhibición de la riqueza— se decretó una ordenanza que restringió el comercio local: se prohibió a la población llevar joyas.
Los orfebres tuvieron que buscar otras actividades para poder vivir de su oficio. De esta necesidad nació una simbiosis con la relojería: se estableció un nuevo oficio cuyos productos gozaron de gran popularidad, tanto en Oriente como en las colonias norteamericanas. Entre 1770 y 1786 la industria relojera conoció una época de gran expansión, seguida de una crisis provocada por la anexión de Ginebra por Francia en 1798.
La relojería se establece en otros cantones
Ginebra era al principio el centro fabril más importante de la relojería y para la creación de nuevos productos innovadores. Sin embargo, la relojería expandió pronto a lo largo de la cordillera del Jurá a otras regiones. A partir del siglo XVII se dedicaron enteras familias rurales a la fabricación de relojes en Neucastel. La fabricación de relojes de bolsillo y herramientas relojeras era una rama importante. Y a partir del siglo XVIII adquirieron cada vez más importancia los relojes de péndulo de Neucastel que durante varias décadas competían con los productos rivales de París.
A mediados del siglo XIX, la relojería se estableció en los cantones de Soleura y Berna. En torno a 1890, la mitad de los relojes y mecanismos exportados provenían de San Imier en el Jurá bernés, los Montes Francos, Ajoie y Biena. Al final del siglo se sumaron al “cinturón relojero” en el Jurá los centros urbanos Escafusa y Basilea.