En Bolivia, durante los últimos años, se ha observado un incremento considerable de pequeñas unidades económicas, entre las que se encuentran las micro y pequeñas empresas y el trabajo por cuenta propia. Estas unidades productivas constituyen, hoy día, actores primordiales de la economía nacional debido a su alta contribución al PIB y a la generación de empleo. Adicionalmente, poseen una alta participación en el tejido empresarial.
El brote de la pandemia de la COVID-19 ha profundizado los desafíos socioeconómicos en el país, aumentando tanto las brechas entre entornos productivos urbanos y rurales, así como entre mujeres y hombres. En este sentido, datos de la OIT para 2020, estimaban que la pandemia de la COVID-19 tendría un profundo efecto en los mercados laborales de todo el mundo. Eso sería particularmente evidente en las economías en desarrollo, donde un porcentaje mayoritario de la mano de obra trabaja por cuenta propia o en microempresas y pequeñas empresas, muchas veces en condición de informalidad, sin acceso efectivo a servicios de protección social.
En este contexto la mayoría de las micro y pequeñas empresas (MYPE) urbanas y rurales de los países en desarrollo, las más pequeñas a menudo dirigidas por mujeres, son las primeras en sufrir las consecuencias devastadoras de la recesión económica causada por la pandemia de la COVID-19 (OIT,2020).
En este contexto, la Cooperación para el Desarrollo dela Embajada Suiza en Bolivia (COSUDE) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) presentaron el Ciclo de Conversatorios sobre "Desarrollo y adaptación de las pequeñas unidades económicas en Bolivia: buenas prácticas de gestión y perspectivas para la reactivación socioeconómica post-COVID-19 con oportunidades de trabajo decente", que se llevó a cabo entre agosto y septiembre de 2021.